El Aeroclub Caracas y el Aeródromo La Carlota inician actividades en 1946 gracias al empeño de un grupo de entusiastas de la aviación. Estos dos factores son los que vienen a darle el impulso inicial a lo que ha sido hasta el presente la «Aviación General» de Venezuela.
Hacia 1950 el mantenimiento de las aeronaves pertenecientes al Aeroclub Caracas estaba en las manos de Francisco Cerezo, a quien llamaban cariñosamente «Paco». Meses después llega a La Carlota Tomás Valencia Bayón, el siempre recordado «Viejo Valencia». Éste, fue un mecánico de aviación formado en España que participó en la llamada Guerra Civil Española (1936-1939), donde obtuvo una experiencia mecánica bastante completa, pero que también le trajo una etapa difícil de olvidar: fue hecho prisionero y permaneció largos años en la cárcel. A Valencia, poco le gustaba recordar y hablar sobre este episodio de su historia.
Tanto Cerezo como Valencia prestaban sus servicios para el Taller Mecánico del Aeroclub Caracas y guardaban sus herramientas, en una instalación improvisada en una vieja caja de madera en la cual había venido un avión tipo planeador con motor desde Alemania. Era la época de los aviones Stinson, Stearman, Piper, Cup, Aircupe, Swift, DC-3, Vuitec, Lodestar, Fleet, Aeronca, Tiger Moth y otros.
En muy corto tiempo Valencia se convierte en una suerte de Jefe de Paco Cerezo. Indudablemente, Tomás estaba mejor preparado, además, quienes le trataron hablan de un hombre de condiciones humanas extraordinarias, de un trato gentil hacia todos, de una gran sensibilidad, de una gran educación. Para ese momento era el único taller de mantenimiento que funcionaba en el Aeroclub Caracas, donde además, estos personajes le dieron instrucción y prepararon a más de un joven interesado en la mecánica aeronáutica. Hasta 1960, la aviación privada pasa por una etapa de poco movimiento, y de repente se inician los años sesenta con un auge extraordinario de nuestra aviación, que incluye la llegada de nuevos aviones, especialmente los sofisticados bimotores. Es en ese momento que la Directiva del Aeroclub Caracas encarga del Taller de Mantenimiento al joven Ingeniero Carlos Gómez Baldó, a quien se le conoce en el medio con el apodo de «Potoco». A los meses, hay una reestructuración en el mantenimiento y vuelve una vez más el «Viejo Valencia» como encargado del Taller.
Posteriormente, Tomás Valencia se va a trabajar con el Ingeniero Gómez Baldó en los talleres por él fundados, acompañándolo por más de quince años, hasta que en 1975 sufre un infarto que le impide seguir trabajando por recomendación médica. Su edad y su estado de salud lo hacen tomar la decisión de regresar a su querida tierra natal: España. Sin embargo él no pierde su contacto con quienes compartió tantos años, es visitado por amigos ganados durante su estadía en Venezuela como el propio Gómez Baldó. En 1980, con el apoyo del Aeroclub Caracas se construye la sede, y para su puesta en servicio se invita al «Viejo Tomás Valencia» quien ya estaba con su salud bastante resentida. El logra venir a la inauguración de la Escuela. Fue un evento sencillo y emotivo, donde él tuvo la oportunidad de reunirse con todas aquellas personas que le brindaron su amistad, su cariño, su confianza. Durante el acto señaló que éste homenaje que le habían brindado había sido el día más feliz de su vida.
Valencia al poco tiempo fallece, pero a lo largo de su trayectoria, no sólo recibió reconocimiento de sus amistades y del cariño que por él sentían, sino también a través de homenajes en relación a su trabajo como profesional y como pedagogo.